Heinsohn

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=”El reto de los fondos de pensiones voluntarias de América Latina” font_container=”tag:h1|font_size:22px|text_align:left|color:%23000000|line_height:24px” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]Rendimientos interesantes, desinteresados aportantes. ¿Qué mejor frase para resumir la actualidad de los fondos de pensiones voluntarias en esta parte del continente?
En 1981 Chile se convirtió en el primer país de la región en instaurar un régimen de capitalización individual, generando una ola que arrastró en los años noventa a países como Perú, Colombia, Uruguay, México y Bolivia, en ese orden.

Un impulso para el desarrollo de América Latina que, además de ser un comienzo para universalizar el acceso a pensión, venía con ñapa: aportes para pensión voluntaria, una opción de ahorro e inversión que avanza a pasos lentos y que, en algunos países como Chile, fue reglamentada años después de instaurado el régimen de capitalización individual.[/vc_column_text][vc_custom_heading text=”Colombia, Chile y México; regiones similares, panoramas diferentes” font_container=”tag:h2|font_size:22px|text_align:left|color:%23000000|line_height:24px” use_theme_fonts=”yes”][vc_column_text]De acuerdo con el ranking del Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Chile es el país más avanzado de América Latina. No es coincidencia que, de los casos analizados, es quien lleve la delantera en cuanto a pensiones voluntarias.
Según datos de diciembre de 2018 publicados por el diario El Mercurio, en el país austral hay 2,2 millones de cuentas para el Ahorro Previsional Voluntario, lo que representa una quinta parte de los afiliados a las Administradoras de Fondos de Pensiones. Actualmente, dichos fondos manejan más de US$ 11 millones.
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